Próximamente, en el mes de octubre, nos visitará en Euskadi Belén Romero, una joven campesina proveniente del departamento de Alto Paraná, uno de los más afectados por la producción de soja y el agronegocio en Paraguay. Es militante de la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri; se implicó en ella a través de la participación de su madre, agricultora igual que ella. Ocupó la Secretaría de Formación de la Dirección Nacional de Conamuri en el periodo pasado y actualmente es parte integrante de la Coordinación Político-Pedagógica que impulsa la Escuela de Agroecología de Conamuri. Se profesionalizó en la carrera de Contabilidad en la universidad pública y actualmente está estudiando Didáctica Universitaria.
Romero viene a Euskadi invitada por Vía Campesina en representación de Conamuri que articula a comités de base que están presente en 12 departamentos del Paraguay. Sus banderas de lucha son el rescate de las semillas nativas y criollas, la formación política de la juventud, el fortalecimiento de las mujeres lideresas a través del feminismo campesino y popular, el internacionalismo y la promoción de la Soberanía Alimentaria.
Os dejamos aquí un interesante artículo publicado por Conamuri en el que explican sus orígenes y su lucha en defensa de otro modelo de sociedad más justo e igualitario.
Hace 19 años, mujeres campesinas e indígenas, luego de un proceso de compartir con otras mujeres a nivel nacional y que además venían discutiendo internacionalmente sobre género y clase, al ver las desigualdades que se vivían al interno de sus organizaciones mixtas y familias, por ser mujeres, se desafiaron a construir un espacio propio de las mujeres. Un espacio donde la participación fuera real para ellas, para todas, con una mirada crítica hacia el sistema que las oprimía/oprime, con reivindicaciones ya desde ese entonces feministas, antipatriarcales, anticolonialistas, antirracistas. Así nace Conamuri en el día Internacional de la Mujer Rural.
El camino que se ha trazado esta organización que hoy se declara feminista, internacionalista, de clase, de género y etnia, ha avanzado en el país construyendo poco a poco su identidad, atrevidas y decididas a denunciar los distintos tipos de violencia que viven en carne propia. La convicción de una lucha que sigue apostando al cambio de esta sociedad que excluye y discrimina violentamente a la clase trabajadora contra las injusticias que se viven día a día como consecuencia del modelo extractivista.
Estamos a un año de cumplir dos décadas, en un escenario hostil a nivel regional y mundial, de un capitalismo salvaje que golpea todos los días de distintas formas pisoteando derechos humanos básicos, criminalizando, expulsando de tierra y territorio. Estamos al borde de la barbarie. Ante este panorama tan difícil, con orgullo podemos decir que las mujeres estamos en pie de lucha en nuestras comunidades, vemos a las estudiantes, a las colectivas de mujeres en la ciudad, a más y más mujeres campesinas e indígenas organizarse nacional e internacionalmente, y nos emociona ser parte de la marea feminista que crece, de la marea de mujeres que cada vez se levanta con más fuerza contra un sistema patriarcal que nos violenta hoy con más saña por el miedo a perder sus privilegios.
Conamuri apuesta por la Soberanía Alimentaria y la Agroecología no solo como modo de producción, sino también como modo de vida. El reto sigue siendo construir una sociedad justa entre mujeres y hombres, con acceso a tierra y territorio para producir alimentos sanos para autoconsumo y renta pensando en el campo y la ciudad, que en la práctica posibilite una real soberanía de los pueblos.
De esta manera hoy podemos afirmar sin equívoco que la formación política ha marcado nuestro camino con la creación de la Escuela de Pytyvõhara, la Escuela de Agroecología, la Escuela India Juliana, el espacio de formación en promotoría jurídica, los campamentos de la juventud, y la participación activa en instancias solidarias de educación popular como las convocadas por la CLOC-Vía Campesina, la Marcha Mundial de Mujeres y otras aliadas.
En los años de transitar juntas el camino de lucha, hemos afianzado nuestro compromiso con la justicia social a través del acompañamiento cercano a las presas y los presos políticos de nuestro país y la región, por solidaridad de clase, convencidas de que las grandes transformaciones sociales solo serán posible en la medida en que las libertades plenas estén garantizadas más allá de las enunciaciones líricas del Estado burgués, lo cual se consigue a través de la movilización continua de la clase oprimida.
Seguiremos caminando, con nuestras consignas claras, conscientes de que como mujeres tenemos un desafío aún mayor en estos tiempos donde el patriarcado arreciará sus ataques, pero nosotras sabemos que nuestra fuerza unida a las de todas las mujeres seguirá creciendo por un mundo donde seamos todas las personas libres, y donde, sobre todo las mujeres del campo, puedan decidir qué producir y cómo producir, cómo llevar una vida libre de violencia y defendiendo la soberanía.
¡Mujeres conscientes en la lucha permanente!